viernes, 26 de mayo de 2023

LO SINIESTRO Y LA CREACIÓN EN EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

Publicado en Revista ATravessar N° 5, 2015

Pablo A. Dragotto1 

RESUMEN 

Trabajo presentado en el 1er Congreso Uruguayo y 10 Congreso Internacional de  Acompañamiento Terapéutico. Montevideo. 21 de noviembre de 2014 

Este breve trabajo no pretende ser una exposición acabada acerca de temas tan complejos  como el proceso de creación o la vivencia de lo siniestro. Apenas si me propongo aquí  advertir a los jóvenes acompañantes que se inician en esta tarea respecto de la posibilidad de  emergencia de ciertas vivencias de extrañeza en las que por momentos podemos sentir esa  experiencia de lo ominoso en la que parece diluirse los límites entre realidad y ficción, locura  y cordura, paciente y acompañante.  

En su trabajo cotidiano, el acompañante terapéutico (at) vivencia sentimientos  contratransferenciales de gran intensidad. Aprender a manejar esa contratransferencia es parte  importante de la formación del acompañante. La intensidad de estas vivencias al trabajar con  pacientes severamente perturbados, justifica y hace necesaria la complejidad del dispositivo de  acompañamiento terapéutico (AT), que, como ya hemos dicho, para nosotros incluye en el  dispositivo mismo a la supervisión, al trabajo en equipo y al análisis del at. (Dragotto, 2012) 


Palabras-clave: Acompañamiento Terapéutico, el proceso de creación, siniestro 

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Este breve trabajo no pretende ser una exposición acabada acerca de temas tan  complejos como el proceso de creación o la vivencia de lo siniestro, que han merecido tantas  páginas de los autores más brillantes del psicoanálisis y de otras disciplinas. Apenas si me  propongo aquí advertir a los jóvenes acompañantes que se inician en esta tarea respecto de la  posibilidad, bastante frecuente, de emergencia de ciertas vivencias de extrañeza en las que  por momentos podemos sentir esa experiencia de lo ominoso en la que parece diluirse los  límites entre realidad y ficción, locura y cordura, paciente y acompañante.  

En su trabajo cotidiano, el acompañante terapéutico (at) vivencia sentimientos  contratransferenciales de gran intensidad, algunos positivos otros negativos. Aprender a manejar  esa contratransferencia es parte importante de la formación del acompañante. La intensidad de  estas vivencias al trabajar con pacientes severamente perturbados, justifica y hace necesaria la  complejidad del dispositivo de acompañamiento terapéutico (AT), que, como ya hemos dicho,  para nosotros incluye en el dispositivo mismo a la supervisión, al trabajo en equipo y al análisis  del at. (Dragotto, 2012)  

Es decir que, en general, los ats estamos advertidos de la complejidad y la dificultad de  nuestro trabajo: como en otras profesiones de riesgo, nos preparamos y nos entrenamos para  enfrentar nuestra tarea, aun cuando no podamos anticipar la particularidad de cada encuentro  con la locura en la vida cotidiana. Como músicos de jazz ensayamos, practicamos,  supervisamos, nos analizamos, para poder improvisar con la mayor libertad posible en el  momento de actuar, sin salirnos de escala ni perder el compás. 

No obstante, todo at ha pasado por momentos de impasse en los que se ha sentido  paralizado, aterrorizado o ha actuado compulsivamente a partir de dichas vivencias sin poder  ligarlo a una intencionalidad o ni siquiera a otro registro que el de la necesidad de huir de la  situación. 

No escasean las referencias a tales momentos en los relatos de experiencias de AT,  muchas veces zanjadas con las risas que provocan las anécdotas al ser compartidas.  Sobrevivimos para contarlas. Otras veces son calificadas como actings-out o pasajes al acto del  at, o ligeramente descalificadas como “falta de análisis” en el at. Sin embargo, dichas vivencias  no son privativas de los at que recién comienzan a trabajar; les suceden también a los at con  mucha experiencia y con muchos años de análisis. Estamos lejos de entender si dichas  situaciones son parte inherente a la función de at, qué se pone en juego en esos momentos y qué  podemos hacer en esos casos. 

En otro trabajo2 (Dragotto, 2012) nos hemos referido a la vivencia de extrañeza y  malestar que caracteriza a la situación de extranjería, como inherente a la posición de at: el  contacto con lo ajeno del otro en el territorio del loco. 

Pero aquí nos referimos a otra sensación, mas angustiante e inquietante, que irrumpe en la  mente y el cuerpo del acompañante paralizándolo en su capacidad de entender la situación y  permanecer junto al paciente. Esta vivencia de lo siniestro aparece como un plus de angustia  en determinados momentos, más allá del grado de experiencia, formación, supervisión y  análisis personal del at. Por supuesto que estos elementos del dispositivo ayudan mucho, y   que el at experimentado, formado y analizado, posiblemente se angustie menos que el at  novel, sin embargo, el dispositivo no es un antídoto contra la aparición de lo siniestro.  Esos momentos en los que emerge la vivencia de lo siniestro, suelen ser situaciones que  imponen al at la urgencia de salir de la escena. 

Como en el caso de Rita que acudió a un apartamento en el centro de la ciudad de  Córdoba, para su primer día de trabajo con una paciente de 70 años con diagnóstico de  esquizofrenia. Ya había hablado con la hija de la paciente, con el terapeuta y con su  coordinador. El apartamento le sorprendió por el silencio y la oscuridad. La paciente  fumaba un cigarrillo tras otro, mirando a la nada, sentada en una silla de un dormitorio  oscuro. A los pocos minutos de ser presentada por la hija de la paciente, Rita escucha que  ésta saluda y sale del apartamento, cerrando la puerta con llave. La esperaban tres horas  de acompañamiento a la paciente, para lo cual se había preparado, no obstante, la  certeza de saberse encerrada en el departamento sin posibilidad de salir, despertó en Rita  una angustia desbordante que no podía superar. Telefoneaba a la hija de la paciente pero  esta no respondia. Decidió entonces llamar al coordinador del acompañamiento. Éste sí  atendió la llamada, conversaron, pensaron alternativas, no había mucho para hacer mas  que esperar y acompañar, pero la posibilidad de hablar con otro que estaba fuera de la  escena, le permitió sobrellevar la situación hasta el regreso de la hija de la paciente.3 

Conversando estas ideas con distintos acompañantes, la mayoría puede identificar esta  vivencia de lo siniestro en algún momento de su trabajo como at., diferenciándola claramente de  la ansiedad, la preocupación o incluso la angustia que muchas veces sienten en esta tarea. Es una  angustia y preocupación extrema, acompañada de un sentimiento fugaz de extrañeza. Las  distintas situaciones en la que lo han experimentado tienen en común la vivencia de encierro,  aislamiento y de no contar, aunque sea momentáneamente, con la posibilidad de salir de la  escena. A veces incluyen sentimientos de miedo extremo por la propia seguridad o la del  paciente.  

Como le sucedió a Juan quien acompañaba a Ignacio, paciente psicótico en tratamiento  ambulatorio por su adicción a las drogas. Juan era el único at en esa etapa del  tratamiento, después de que Ignacio hubiera rechazado a otros dos acompañantes, las  semanas anteriores. El vínculo de Juan e Ignacio era bastante bueno. Esa tarde, cuando  Juan llegó al apartamento del paciente, éste estaba drogado y a los pocos minutos le dijo:  “Ya vengo. Esperame que voy a lo de X y vuelvo. En cinco minutos estoy acá”. Sin dar  tiempo a la respuesta de su at, Ignacio salió y cerró la puerta con llave, dejando a Juan  encerrado y preocupado por lo que pudiera suceder. A medida que los minutos pasaban  la angustia lo fue invadiendo, con una particular opresión y con fantasías catastróficas  respecto del paciente y de sí mismo. 

Lo ominoso. 

En su artículo “Das Unheimliche” (Lo ominoso) del año 1919, Sigmund Freud  (Freud, 1986) se propone dar cuenta y explicar dicho sentimiento al cual califica como un  tipo especial de afecto angustioso, cercano a lo horroroso e inquietante, que tiene la  particularidad de estar ligado a lo familiar o consabido de antiguo. Comienza realizando un  minucioso análisis lingüístico y etimológico en distintas lenguas, del cual nos interesa  resaltar que “heimlich, entre los múltiples matices de su significado, muestra también uno en  que coincide con su opuesto unheimlich (…) esta palabra heimlich no es univoca, sino que  pertenece a dos círculos de representaciones que sin ser opuestos, son ajenos entre sí: el de  lo familiar y agradable, y el de lo clandestino lo que se mantiene oculto.(…) Schelling (…)  nos dice que unheimlich es todo lo que estando destinado a permanecer en secreto, en lo  oculto, ha salido a la luz.” (pp. 224-225) 

A lo largo del artículo, Freud enumera distintas situaciones que suelen despertar en el  sujeto la vivencia de lo ominoso, ya sea en la vida real o como efecto de la ficción literaria.  Entre ellas destaca el fenómeno del doble, la animación de lo inanimado, el permanente  retorno de lo igual, el presunto contacto con los muertos, entre otros. Al explicarlo lo  relaciona con distintos factores como la relación con lo reprimido, con la etapa del narcisismo  y principalmente con la compulsión de repetición; también con el complejo de castración. En  relación al fenómeno del doble, intentando explicar su carácter ominoso y “el empeño  defensivo que lo proyecta fuera del yo como algo ajeno”, afirma que “es una formación  oriunda de las épocas primordiales del alma ya superadas, que en aquel tiempo poseyó un  sentido más benigno. El doble ha devenido una figura terrorífica del mismo modo como los  dioses, tras la ruina de su religión, se convierten en demonios” (Ibídem p.236). Así la  vivencia de lo ominoso estará relacionada con características de la etapa narcisista como la  omnipotencia del pensamiento y el animismo. La angustia es indicadora de la represión. Los  contenidos ligados a lo ominoso no son algo nuevo, de allí que la lengua alemana haga pasar  “lo heimlich (familiar) a su opuesto unheimliche, pues esto ominoso no es efectivamente  algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida anímica, solo enajenado de ella  por el proceso de la represión.” (ibídem p.241)  

Freud dirá que algunas vivencias de lo ominoso se relacionan con la cuestión del  examen de realidad, de una cuestión de la realidad material, en la que hay un retorno de  modos de pensar superados en la evolución de la humanidad.  

Otra cosa sucede –dice Freud- con lo ominoso que parte de complejos infantiles  reprimidos, del complejo de castración, de la fantasía de seno materno, etc.;” (…)”el  distingo entre ambos (grupos) es muy importante para la teoría. En lo ominoso que  proviene de complejos infantiles no entra en cuenta el problema de la realidad  material, remplazada aquí por la realidad psíquica. Se trata de una efectiva represión  de un contenido y del retorno de lo reprimido, no de la cancelación de la creencia en la  realidad de este contenido. (…) lo ominoso del vivenciar se produce cuando unos  complejos infantiles reprimidos son reanimados por una impresión, o cuando aparecen  ser refirmadas unas convicciones primitivas superadas.” (ibídem p.248) 

José Luis Valls (Valls, 1995), por su parte, describe la sensación de lo siniestro como  “un tipo especial de sensación angustiosa, con características cualitativas propias  pertenecientes al orden de lo terrorífico y el horror”. Especifica que al afecto  displacentero sentido, “sumamos la cualidad perceptual del hecho que está siendo  vivido y la cualidad representacional de las representaciones preconscientes  (representantes de las representaciones-cosa Inc. ante la Cc.) a las que remite y que en  gran parte son las generadoras del afecto.” (p.580) y agrega que “la impresión de lo  familiar que deviene en terrorífico es la marca de lo traumático de la sexualidad en la  infancia (…) La identificación y el hecho de que el yo se forma principalmente a través  de ella le da mucha fuerza a la figura del doble, además del narcisismo en ella implícito, en la formación de situaciones sentidas como siniestras. (…) el sentimiento  de lo siniestro surge de una no perfectamente delimitada ensambladura principalmente  cualitativa de todas aquellas situaciones de la sexualidad infantil. De la compleja  ensambladura de todas estas situaciones provenientes del Inc. y su vinculación con  hechos de la realidad, en la persona adulta, surge el sentimiento de lo siniestro. (ibídem p.581) 

Por nuestra parte y en relación al acompañamiento terapéutico, pensamos que la  aparición de la sensación de lo siniestro en el at, corresponde a situaciones en las que a la  situación de extranjería, propia del AT, se suma (a) la movilización de núcleos primarios,  arcaicos, del inconsciente del acompañante; (b) a la aparición en la escena de figuraciones  que desarman momentáneamente la ventana fantasmática del acompañante, (c)  particularmente cuando éste percibe que están cerrados los caminos comunicacionales con el  afuera de la escena. 

En el primer caso nos apoyamos en los desarrollos de Norberto Marucco  (Marucco)quien sostiene que, 

El «yo ideal» tiene un «lugar». ¿Cuál? El de desmentir la castración (mortalidad)  parental. 

Hay bastante acuerdo en que el psicótico está fascinado, inmóvil en ese «lugar». Pero  ¿basta haberse corrido para no ser un psicótico? ¿Y quién se ha librado por completo  de la fascinación paralizante, incluso de la pasajera? ¿Cómo saber que se ha  ingresado por la puerta en el orden simbólico y no por la ventana? Es decir, ¿qué  distingue a las palabras del deseo de las palabras del no-deseo? (…) 

Los representantes verbales nos ayudan a dar cuenta de todo lo reprimido de la  estructuración edípicas. Pero, en cambio, dejan mudo a lo que era mudo, a. lo  desmentido, constitutivo del yo, lo mudo que no cesa de retornar, que intenta hacerse  entender. Lo siniestro es el eterno retorno de lo mismo. Lo siniestro no responde al  principio del placer. ¿Por qué destaco en este ensayo al doble como parte estructural  de un yo escindido? Porque ese narcisismo primitivo no se expresa con representantes  verbal, sino con un sentimiento (lo siniestro), además de con la compulsión repetitiva.  Sentimientos que hablan de una historia tal como las repeticiones también son una historia. No habrá para ellos representantes verbales. Habrá, sí, una nueva historia  vivida, mediante la repetición transferencial, que le permita al analista reconstruir la  historia, otorgarle significación simbólica, para que ese sentimiento inquietante,  familiar y extraño, deje de serlo. 

Lo siniestro y la creatividad. 

Por otro lado, no podemos dejar de tener en cuenta que distintos autores afirman que  la fuente del sentimiento de lo siniestro es la misma que la del arte y la creatividad. Enrique Pichon-Rivière profundo conocedor de la locura y del arte, dedicó mucho  tiempo y esfuerzo a comprender el proceso creador en el ser humano. En esa búsqueda se  apoyó en el artículo de Freud “Lo siniestro”, al cual considera un aporte fundamental para el  análisis psicológico del arte. Pichon investigó profundamente la obra de Isidoro Ducasse, uno  de los poetas malditos quien publicara los Cantos de Maldoror bajo el seudónimo de Conde  de Lautremont. Su corta vida, cargada de tragedias y abandonos conmovió a Pichon desde  temprana edad dando lugar a una identificación con Lautremont. En alguno de sus textos  definirá a lo siniestro como la antítesis de lo maravilloso. Asimismo, el proceso creador  implicará la superación y reparación en una espiral dialéctica superadora. En 1966 afirmaba  que:  

“ (la obra de todo creador) sigue un curso no rectilíneo sino dialectico. Se embarca en  el tobogán de la espiral, creando, destruyendo el objeto estético para reconstruirlo en  un nivel diferente y con técnicas diferentes. Partiendo de un primer período que es el  del descubrimiento y deslumbramiento o encuentro fortuito de algo que puede guardar  aun las señales de una destrucción previa, necesitó para su creación o reconstrucción  un conjunto instrumental que caracterizara justamente al yo del artista. Se crea así por  primera vez, un vínculo vocacional con un objeto que, por la operación, se ha  transformado en un objeto estético. El objeto primario, fragmentado y disgregado, es  reparado por el artista; cada fragmento de ese todo anterior sufre una metamorfosis  totalizante, es una nueva forma y permanece a la espera de ser externalizada sobre la  pantalla de la tela. Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la salud sobre la locura.  Las contradicciones previas que habitaban el contexto de la creación, es decir su  mundo interno se van resolviendo sobre la marcha. Así es como lo siniestro se  transforma en lo maravilloso, el contenido y la forma en su síntesis recrean una nueva  estructura.” (Pichon-Rivière, 2011)(p. 26) 

En ese sentido coincide con los aportes que desde la teoría lacaniana afirman que  fenómenos como la despersonalización y la vivencia de lo siniestro no son privativos de la  psicosis solamente, sino también de momentos de vacilación fantasmática en la neurosis,  incluso como producto del análisis o “en ciertos casos precede (…) al momento fecundo de  una creación artística” (Diaz, 2004).  

Para Lacan la vivencia de lo siniestro se relaciona con la caída del velo con el que el  fantasma nos filtra el contacto con lo Real. El objeto a, no simbolizable ni imaginarizable,  debe estar ausente para que el campo perceptual se constituya y por lo tanto nuestra realidad.  La falta de la falta, la aparición de algo del objeto a en el campo perceptual está ligado al  fenómeno de lo siniestro. 

Algo que no debería estar en el cuadro, aparece provocando angustia. Algo que  recuerda demasiado directamente a lo más intimo, lo más reprimido. Pero no es cualquier  angustia. Es la angustia ligada a lo primordialmente reprimido, lo no simbolizable ni  procesable por la palabra. 

Si el fenómeno del doble es siniestro, lo es, precisamente, porque habitualmente no nos  vemos en la escena. El campo de la mirada supone la exclusión del sujeto en el campo visual.  Entonces podríamos decir que eso que llamamos lo Real y que por definición está por fuera  de lo que podemos aprehender en los registros de lo simbólico y lo imaginario, eso es la  fuente de fenómenos disímiles: por un lado la creación y la creatividad, por otro la vivencia  de lo siniestro. 

¿Cómo pasar de uno a otro? Ojalá pudiéramos saberlo… 

Provisionalmente podemos decir que: 

La vivencia de extranjería es distinta que la de lo siniestro: 

La vivencia de extranjería implica cierta angustia y extrañamiento pero eso es ajeno,  esta puesto en el otro, en su mundo al que sentimos extraño, inquietante. Fabio Araujo lo  menciona como obstáculo a la hospitalidad (Araújo, 2006). En la vivencia de lo siniestro estamos demasiado implicados. Es una angustia del orden  del horror ante lo que debía permanecer oculto. Aparición de lo impensable, lo innombrable.  Pero no solo en el otro sino en mí mismo. Esto incluye lo no analizado en el at, pero, sobre  todo, lo no analizable. 

Si la hospitalidad puede devenir un ideal que obstaculice la función de at, lo siniestro  está más allá (o más acá) del ideal, ligado a lo reprimido primordial, a lo no representable. De ahí que las vivencias sean del orden del pánico o de la desrealización fugaz. Muchas  veces los at evitan hablar de estas vivencias en los espacios de supervisión o de coordinación,  quizás pensando que no está bien tener esas sensaciones. 

Dicen los at: “es algo de lo que hay que salir rápido e irse.” “Uno lo niega y  sigue…” 

Sucede en situaciones en las que se intuyen cuestiones de abuso. “Las capto”. “las huelo” dicen los acompañantes. Rituales familiares como una escenificación perversa en la que el at  queda como testigo impotentizado. 

Si ante la vivencia de extranjería puedo salir, irme y luego regresar; ante lo siniestro  siento que no podré salir, que quedaré encerrado allí, o que eso invade mi mundo (el mundo  privado del acompañante). 

Las películas de terror y los cuentos infantiles producen miedo pero son catárticos y  permiten elaborar o dar curso a miedos y fantasías inconscientes. Lo ominoso paraliza, es  confusional. El acompañante siente que no puede discriminar si eso que emerge, tan loco, es  del paciente o es suyo. ¿Es su locura o mi locura? 

Los artistas tienen una capacidad diferente al resto de los mortales para tolerar y  contactar con la propia locura y el caos del cual podrá surgir la creación. Esa capacidad  difiere de un sujeto a otro. ¿Puede desarrollarse o entrenarse? No lo sé. Desde mi experiencia  como at y como supervisor de acompañantes diría que esas vivencias son parte de este  oficio/arte de riesgo. Hay que estar advertidos de ello. De los riesgos del encuentro con lo  siniestro en todas sus manifestaciones incluso las mas desubjetivantes, del contacto con la  locura del otro y la propia. La salida de esas impasses en el at son a través de actos y palabras  en el trabajo con otros en el dispositivo: actos de recurrir a otro, quien por medio de la  escucha pueda contener y recomponer la función de at (analista, coordinador, supervisor, otro acompañante…) otros que conozcan de esa experiencia y como se juega en el at. Actos  creativos con intervenciones impensadas. A veces actos de huida que son actings out. 

Lo siniestro social. 

Muchas veces lo siniestro, en nuestra Latinoamérica, toma la forma del contacto con  lo Real del abandono, la pobreza, la resignación y el abuso de miles de personas a las que no  vemos tras el fantasma social de las generalizaciones y las estadísticas. Cuando,  azarosamente, contactamos con ellas, entonces cobran un rostro y tienen un nombre. Allí nos  topamos con nuestros límites para cambiar algo de su situación. Atisbamos algo fugaz de lo  Real del sistema social. Lo siniestro en lo social puede manifestarse también como un retorno  de aquello de lo que la sociedad reniega. Hace pocos días, un colega que trabaja en la  asistencia a víctimas de la represión de estado durante la última dictadura militar, me contó  que habían localizado a dos personas que habían estado detenidas ilegalmente y torturadas  hace treinta años. Estas personas actualmente eran mendigos que solían estar en la plaza  principal de Córdoba, la Plaza San Martín. Justo en frente de uno de los lugares que  funcionaron como centros clandestino de tortura y desaparición: el Cabildo y la temible D2.  Mendigos psicotizados por la tortura y el terrorismo de estado, invisibilizados a la vista de  todos. Su cuerpo presente y vivo aún en la plaza principal de mi ciudad, con miles de  personas pasando a su lado todos los días, sin mirarlos. Al igual que a los veteranos de la  guerra de Malvinas, que han muerto más después de la guerra que durante la misma. Como a  tantos otros. 

Como ats podemos hacer mucho con y por los excluidos por este sistema. Hay  muchos otros que también hacen mucho. Pero nuestro trabajo, uno por uno, en contacto con  la intimidad de sus vidas cotidianas, implica riesgos. Uno de ellos es la aparición de estos  aspectos siniestros en el vínculo y por lo tanto en nosotros. No puede ser un acercamiento  ingenuo. Hay que ir preparados y junto a otros disponibles para acompañarnos y escucharnos.  De esa manera, quizás podamos poner en juego nuestra creatividad, en lugar de huir. 

Montevideo, 21 de noviembre de 2014-



  

1pabloadragotto@gmail.com


2los sentimientos de extrañeza, el miedo, la ansiedad, etc. Son inherentes al trabajo del at en casa del paciente; no  son un error ni un acting out. Constituyen una reacción esperable y lógica de la subjetividad del at en situación de  extranjería. (…)Es entonces cuando cobra plena relevancia el dispositivo del AT que, a nuestro entender incluye: al o a los aa.tt., al paciente, el análisis del a.t., el equipo terapéutico y la supervisión. (…)La vivencia de extranjería como inherente de  la situación de A.T. contiene una riqueza y una potencialidad únicas para el devenir del tratamiento, en la medida en que  pueda ser transitada, registrada y analizada a posteriori.”


3En la discusión de esta viñeta durante la presentación de este trabajo, Clarissa Metzger señalaba con  pertinencia que poner en juego la palabra hablando con otro, restituye la falta y por ende, aplaca la angustia y  diluye la sensación ominosa.


 

BIBLIOGRAFÍA. 

Araújo, F. (2006). Um passeio esquizo pero acompanhamento terapêutico: dos especialismos  à politica de amizade. Niteroi: Edición del autor. 

Diaz, I. (2004). Despersonalización. En R. Chemama, B. Vandermersch, & (dir), Diccionario  del psicoanálisis (2da. edición ed., pág. 768). Buenos Aires: Amorrortu. 

Dragotto, P. (2012). Acompañando acompañantes. Notas acerca de la indicación, la  coordinación y la supervisión en acompañamiento terapéutico. En P. Dragotto, & F. ML,  Acompañantes. Conceptualizacines y experiencias en A.T. (pág. 240). Córdoba: Brujas. 

Dragotto, P. (2012). Hospitalidad y extranjería en el acompañamiento terapéutico. En P.  Dragotto, & M. L. Frank, Acompañantes. Conceptualizaciones y experiencias en A.T. (pág.  240). Córdoba: Brujas. 

Freud, S. (1986). Lo ominoso. En S. Freud, Obras Completas. Vol XVII (pág. 304). Buenos  Aires: Amorrortu Editors. 

Marucco, N. (s.f.). Introducción de lo siniestro en el yo. Ficha de Catedra Freudiana.  Asociacion Psicoanalitica de Cordoba. 

Pichon-Rivière, E. (2011). El proceso creador. En E. Pichon-Rivière, El proceso creador. Del  psicoanalisis a la psicología social (III) (1a Edición, 18º reimpresión ed., pág. 120). Buenos  Aires: Nueva Visión. 

Valls, J. L. (1995). Diccionario Freudiano. Buenos Aires: Julián Yebenes.




miércoles, 26 de enero de 2022

Fronteras, errancia, herencia. Ponencia en el Congreso Latinoamericano de psicoanalisis Fepal 2020

 

En primer lugar, quiero agradecer a la organización del congreso de Fepal, y en particular a Elizabeth Chapuy, la invitación a participar en esta mesa  Cruzando fronteras generacionales, en compañía de tan respetados y admirados colegas y maestros.  La invitación me sorprendió mucho, pero más aún me sorprendió escuchar mi voz aceptando rápidamente el convite. Supongo que me sentí halagado por la generosidad del  ofrecimiento dada la relevancia del espacio y la talla de mis compañeros de panel.

Cruzando fronteras generacionales se me presenta como un título sugerente y al mismo tiempo equivoco… ¿son fronteras las que separan a las personas de distintas generaciones? Y de ser asi… en qué sentido podemos decir que las cruzamos?

Tanto Marcelo como Janine han dedicado gran parte de su producción escrita a pensar cuestiones referidas a lo intergeneracional.

Si bien hablo en primera persona y a título personal, siento que represento en esta mesa a colegas que no me eligieron para estar aquí. No obstante elijo dar cuenta de ideas y experiencias compartidas con muchos de ellos a lo largo de años de ejercicio profesional y de la formación en psicoanálisis. Ojalá mis palabras resuenen en ellos y ellas de manera armónica.

Muchos de nosotros arribamos a los institutos de formación de las sociedades psicoanalíticas al cabo de años de recorrido personal y profesional. En mi caso, antes de comenzar la formación en la APC, estudié psicología, me formé en el tratamiento de personas con adicciones, trabajé como acompañante terapéutico, ejercí como psicólogo clínico, constituí con otros colegas la primer asociación argentina de acompañantes terapéuticos, participe en grupos de estudio y supervisión sobre Freud y Lacan, estuve en análisis más de 10 años…. Recién entonces me decidí, solicite ingresar y fui aceptado, para comenzar mi formación como candidato, en esta querida institucion y red de instituciones en las que uno es joven, casi niño, a los 40 años. Pocos clubes ofrecen ese privilegio.

Un psicoanálisis migrante, inmigrante,  emigrante.

En mi práctica,  me doy cuenta, persevero en el trabajo en territorios áridos. Practico el psicoanálisis con personas con adicciones y consumos problemáticos. Sujetos que prefieren la anestesia a la pregunta, el filtro del olvido a la lenta labor colaborativa, el trago de poción mágica a la aceptación de la falta que abre camino al deseo. Personas portadoras de marcas y estigmas, también el de inanalizables. Reconozco esa tozudez peregrina en varios de mis maestros y en no pocos de mis congéneres: psicoanalistas trabajando en territorios incomodos: en clínicas psiquiátricas, en el campo del autismo, en cárceles, a la vera de un arroyo Serrano desbordado...  no por afinidad por el exotismo, o por aplicar el método a cualquier situación. Freud nos libre del psicoanálisis aplicado... no, no somos muy aplicados precisamente... Más bien se trata de alojar el sufrimiento humano con nuestras preciosas herramientas, esas que siendo tan fáciles de transportar pueden utilizarse en cualquier lugar, aunque no de cualquier manera. Nos inspiran las y los que se animaron antes y se metieron a fondo.

Herederos huérfanos, traductores traidores.

Es siempre en nuestra condición de huérfanos como podemos heredar, -nos dice Masimo Recalcati- (…) ¿Acaso heredar no implica siempre el peligro de extravío? Las exigencias de las nuevas generaciones no son las de transgredir la Ley, sino que siga habiendo (…) un adulto capaz de dar testimonio acerca de la alianza entre la Ley y el deseo. El testimonio (…) emancipado de todo ideal de ejemplaridad y de toda programación, vive en el momento de pura contingencia.(…) No es una intención sino un acontecimiento que podemos reconstruir retrospectivamente.[1]

En APC durante los años de formación allí, se organizó una jornada  con Marcelo Viñar y Diana Sperling, en la que se trabajaría en torno a un material clínico. En un arrebato cuasi suicida me ofrecí a presentar un caso, el texto de varias sesiones de un paciente joven con consumos problemáticos de sustancias.  Intensa experiencia para mí.  En un momento,  ya al final, Marcelo  dijo: además de acompañar, como analistas, tenemos que clavar el cuchillo... En un consejo interpretación que se me aparece cada tanto y me sirve para no aflojar.

Fronteras, desplazados, wetbacks, disponibles.

Latinoamérica grita. Pienso en Roberto Bolaño en 2666; este continente de machismo y desmesura,  nuestro realismo, a secas, desmesurado y sincrético.  Latinoamérica habla. Escuchamos el desamparo desde nuestra precaria tienda de campaña.  Tienda de los milagros donde la magia del chispazo se produce cada tanto: ese chispazo de la apertura pulsátil del inconsciente que combustiona al tocar la escucha sensible del/ la analista receptiva, flotante, incisiva.

Cuando quería recibirme de psicólogo, hice mi road movie. Recorrí media Patagonia para conocer a quienes coordinaban grupos de alcoholismo en hospitales públicos del sur del sur. Pichón Riviere estaba ahí aunque hubiera muerto quince años antes. Me encontré con dos locos, médicos con estudios psicoanalíticos que en una jornada para enfermeras, agentes sanitarios, coordinadores de grupo, les enseñaban Winnicott.... Ese es el psicoanálisis que amo.

Un maestro me dice. “El futuro del psicoanálisis será si une su horizonte al de la salud pública....”,  y me llegó una vez más. 

Psicoanalisis / Salud Publica ¿Oxímoron? Ja, ¿vieron? Lo dije.  Oxímoron. Ahora sí que soy psicoanalista.... perdón tenía que decirlo...

El psicoanálisis que amo es más ese del hospital o el puesto sanitario que el de los oximorones de palacio.  El que mis admiradas amigas y amigos de APC disponible practican semana a semana atendiendo el teléfono a quienes gritan su desesperación, su angustia,  por la cuarentena,  el trabajo perdido, el familiar del que no pudieron despedirse, el miedo al contagio...  grito transformado en demanda, una vez más,  por una escucha sostenida en una transferencia a través del teléfono. 

Transferencia exprés” le pusimos en el grupo. Nuestro trastabillante grupo por meet de los miércoles a la noche. Adriana lo dijo creo, no me acuerdo bien, pero alguien lo cazó al vuelo y lo subrayó y ya quedó como concepto a trabajar. Un pequeño retazo de red para sostenernos al escuchar a estos compatriotas a los que se les abrió el piso bajo los pies. La transferencia exprés.  Ese es el psicoanálisis que quiero.

El que practican mis compañeres, convocados por un grupo de voluntarios que viajan anualmente a dar apoyo a una comunidad en la puna, donde un cacique pidió un psicoanalista. Alguien que los ayude a pensar para hacer algo diferente con lo que les sucede desde que se enteraron del abuso sexual a una niña de la comunidad. Y allí fueron, allí van,  José,  Adriana, Liliana,  Marcela a escuchar, pensar y ayudar a pensar. ¿Es psicoanálisis esto?, se preguntan. Y no falta -nunca falta- el didacta, docente o supervisor que diga que no, que eso no es psicoanálisis.... Tomemos el té en la cubierta del Titanic. mientras debatimos a quien le damos la cocarda de psicoanalista. Que gracioso, el corrector no reconoce cocarda y lo transformó en cobardía.  En fin, hasta los robots parecen tener inconsciente.  Ese psicoanálisis me enoja.

Psicoanalisis con los pies en el barro decíamos en mi grupo...

Este psicoanálisis balbuceante Caliban, embarrado de verdad, no solo como metáfora. Soñamos y trabajamos para que estas instituciones de mezclados (como dice Colette Soler) que son las nuestras alojen, reciban, festejen, relancen las prácticas y experiencias de sus miembros (entre ellos los candidatos). Muchas de esas prácticas y experiencias previas a la formación en IPA son comunitarias y/o en salud pública. Y les candidates las esconden, las disfrazan, las  omiten al entrar al palacio psicoanalítico. Volvemos al Titanic. ¿O seguimos impulsando nuestra balsa en el río barroso? A terceira margen do río.

Esta angustia desamparada,  de escucharnos y vernos tan desencantados. Aun así remando en este río lleno de lodo. Fecundo lodo inmundo en el que vamos esparciendo flores, redes y palabras pidiendo a Freud y a Iemanjá que no nos abandone la inspiración, las ganas de seguir, la disposición a escuchar.

Mezclados como estamos y como vamos en este año marcado por una pandemia que ha sacado a la superficie lo peor y lo mejor de todxs y cada uno, una, une. Manos anónimas que arrancan la bandera multicolor, monstruos vestidos de azul disparan a un joven, casi un niño asustado por el control policial,  cuyo amigo cometió el error de pisar el acelerador en vez del freno. Carceleros puestos a  cuidar la nursery. Pero también la multiplicidad de iniciativas impulsadas por grupos de analistas de nuestras instituciones que salieron rápidamente a ponerse a disposición de la comunidad, sumándose a los que ya lo venían haciendo.

Pienso que el psicoanálisis, nuestros psicoanalisis, tendran un futuro diferente si enlazamos el carro a las necesidades, sueños, deseos, luchas,  de las y los consultantes, a la gente donde esté y como esté.  ¿A la salud pública?

Pero uno por uno.

Siempre fue en una tienda de campaña.

Sin  fronteras. Pero con bordes.

 

Córdoba, septiembre de 2020



[1] Recalcati M (2014) El complejo de Telémaco. Editorial Anagrama. Barcelona (pp. 146 y 161).

sábado, 2 de octubre de 2021

AT y contemporaneidad

 

XI CONGRESSO INTERNACIONAL DE AT

Sao Paulo, 2017.

Presentacion del eje 4. AT Y CONTEMPORANEIDAD

 

Si el acompañamiento implica una presencia (…) es una presencia que implica y compromete. (…) cuando se acompaña a una persona, generalmente es en un contexto de desamparo. Es asistir a un semejante ahí donde el nivel de angustia, de soledad, de abandono y maltrato y también de goce, se ha incrementado y lo pone en riesgo. El acompañante entonces habrá de funcionar de borde ahí donde los propios contornos se encuentran lesionados y perforados. Ahí donde el presente se vuelve tan agobiante y donde de pronto pasado, presente y futuro se confunden en la inmediatez

 Marco A. Macías López

  

El concepto de contemporaneidad me parece al menos problemático en si mismo. O al menos tan efímero  y condenado a la caducidad como el concepto de “presente”. Vagamente remite a aquello que compartiríamos quienes estamos vivos en este momento. Un cumulo de experiencias, hechos, factores, características , situaciones y sus interpretaciones y sus narraciones, de una misma época: la época actual. Por cierto, la única que existe.

Recuerdo mi asombro de niño cuando escuche (o lei) por primera vez la clasificación de la Historia en sus etapas: Prehistoria, edad antigua, edad media , edad moderna y edad contemporánea y resultaba que la edad contemporánea comenzaba con la revolución francesa en 1789….

Como podía ser posible que se considerara contemporánea lo que había sucedido casi 200 años antes? Que podían tener que ver con la vida de un niño en 1980 los personajes de 1800, las imágenes de los héroes de la independencia, la vida cotidiana del siglo xix o incluso las fotos de la primera guerra mundial? Sin duda que me resultaba extraña esa idea. Pero por algo los historiadores llamaban contemporánea a una época tan extensa y con tantos cambios (y eso que aun no había llegado internet).

A que consideramos contemporáneo?

Mi suegro, Rodolfo, cuando habla de sus coetáneos, dice “los que viajamos en el mismo ascensor”; simpática metáfora que condensa la pertenencia a una misma generación que va experimentando más o menos al mismo tiempo, los avatares de las etapas vitales (niñez, escolaridad, etapas familiares, vejez, muerte) con ciertos códigos simbolico-culturales compartidos: los contenidos y la modalidad de la educación escolar,  referencias de la literatura, la tv, la radio, el cine, las series…, tecnologías, moda, eventos histórico-sociales.

Los que podemos responder a ciertas preguntas de cada generación. Por ejemplo:

(¿Qué estabas haciendo cuándo?… Fidel y el Che entraron a La Habana,

cuando mataron a Kennedy,

cuando el hombre llego a la luna,

cuando murió Perón,

cuando el golpe de estado,

cuando Argentina ganó el mundial de fútbol,

cuando mataron a Lennon,

cuando recuperamos la democracia,

cuando Michael Jackson sacó Thriller,

cuando Argentina gano el 2do mundial de futbol,

cuando aparecieron los Red Hot Chilli Peppers,

cuando el atentado a las torres gemelas,…

 

Ese entrecruzamiento de la época vivida, con la etapa vital singular y los hechos históricos culturales sociales, genera un modo particular, códigos compartidos en una generación en un lugar dado (tiempo y espacio) .

 

Los que viajamos en el mismo ascensor...

 

Joan Manuel Serrat dice que “No hay otro tiempo que el que nos ha tocao..”, remarcando en pocas palabras el necesario compromiso con la época en la que nos tocó nacer, vivir y morir.

No hay otro tiempo.

 

Entonces la contemporaneidad no sería solo la época. Es la época presente. Los hechos, los determinantes, la coyuntura política social y económica. La particularidad en cada lugar, en cada país, en cada ciudad.

Pero también el modo de vivirla, pensarla y actuarla de cada una de las generaciones que comparten nuestro tiempo: cada colectivo, cada sujeto de los que compartimos este tiempo en este lugar.

Vivos.

De cuerpo presente.

 

¿Es el AT una creación contemporánea? ¿Si? ¿No?

Es actual y es joven en comparación con otras profesiones… ¡pero pronto cumplirá 50 años!

En este congreso podemos ver, organizando y participando, una 3ra (o cuarta generación) de ats, con todo el impulso y la fuerza iconoclasta de la juventud. Nuevas ideas, mastican, asimilan, elaboran, escupen, vomitan, las ideas esbozadas 10 o 20 años atrás, para crear nuevas ideas a partir de nuevas experiencias. Se siente el rumor del rio crecido, que inundará los márgenes y removerá el piso, vivificando el paisaje y cambiándolo.

Cuando yo empecé a hacer acompañamientos casi no había teléfonos celulares y en las reuniones de equipo discutíamos si había que darle el numero de teléfono de nuestra casa al paciente. Los encuentros se acordaban una semana antes y no había comunicación entre encuentros con los acompañados. Hoy los acompañantes reciben cotidianamente llamados, mensajes de whatsapp, pedidos de ayuda desesperados a cualquier hora del dia y aunque estén de vacaciones a 5000 km  de distancia.

 

Viene a mi memoria una viñeta de Mafalda (gracias Quino siempre), que muestra anticipadamente como siempre hacen los artistas, lo que sucedería décadas después. Y el impacto en las subjetividades pre digitales de lo que los nativos digitales procesan de otra manera:



 

Contemporaneidad del AT – AT y contemporaneidad

Corporeidad del AT en la época actual

El tiempo que estamos de cuerpo presentes en el mundo.

Es habitual que busquemos referencias en el pasado para intentar explicar lo que sucede hoy. Eso puede ayudar, pero también puede obturar.

Se dice que hay antecedentes de roles y funciones comparables al at en otras épocas.

Seguramente.

Pero algo de la contemporaneidad posterior a 1965 en Latinoamérica debe tener que ver con que los at estemos y sigamos trabajando aun hoy en nuestras sociedades, con nuestros acompañados.

 

Veo en el programa y he escuchado ayer y he leído algunos trabajos de este congreso temáticas actuales, algunas entrecruzadas por vez primera en el acompañamiento, o en estos congresos. Temáticas vigentes (aunque no sean nuevas) temáticas urgentes, que dan cuenta de los at poniendo el cuerpo (y la mente, y el afecto) a las necesidades y deseos de nuestros acompañados. Hoy. día a día. En la vida cotidiana. En las calles.

Profesionalización, formación, ética, técnica, transferencia, redes…

Pero también migraciones, performance art, diversidad sexual, genero, sexualidades, flujo de la clínica, impasses, adolescencias, racismo…

 

 

Lo contemporáneo nos tiene implicados y como acompañantes, como profesionales o practicantes en el campo de la salud y en el campo social, hoy nuestra practica no se piensa sin una fuerte referencia al enfoque de derechos humanos y a una perspectiva de genero. Como practica intersubjetiva la restitución de derechos no es ajena a nuestra intervención, sin olvidar el anclaje clínico que nos da fundamento.

 

Así como, en Argentina, las nuevas encrucijadas y luchas que se actualizan con los vaivenes de la realidad política, social y económica, así como los desafíos que implica nuestro caótico, fragmentario y espasmódico proceso de legitimación profesional, inserción laboral y oficialización de una formación de grado o pre grado en acompañamiento terapéutico.

 

Pablo Dragotto

Noviembre de 2017